Le ve desde el balcón,
es la guarida de un león
que observa un cuerpo
de sombra desnuda,
de andares oscuros
con una silueta que
perfila uno de sus senos
detalle perfecto,
un pezón cual guinda
en un pastel de cumpleaños.
Ella le hace homenaje
a la desnudez
con bailes eróticos,
sobredosis de lujuria,
que aprisionan a cualquier hombre,
que sin censura alguna
regresa a casa
con excusas en los bolsillos
y mentiras en los labios.
Con el quinto cilindro de papel,
él se fuma el pasado y presente de
aquella mujer, conecta, sintoniza
con la sensualidad de sus ojos
que no necesitan maquillaje,
de belleza natural, cuyo artificio
es una daga de confín mortal.
Musa de intriga total,
pasea su mano alrededor del ombligo
y llega con afán de provocación
hasta su parte genital,
dama y gitana de dulce mirar,
hipnotiza las pesadillas
y le da un nuevo sabor a lo
que ha tergiversado por amor,
en la mesa hay una bola de cristal
al costado una baraja,
son cartas de tarot,
su desgaste con certeza
es hecho de adivinación,
arcano que incita curiosidad,
una carta al descubierto
“La Mansion Dieu”
donde reside una deidad.
En las noches ella luce su cuerpo
mientras un gato negro se pasea
por toda la ciudad.
En las noches ella se cobija
con andrajos de sombras
que los humanos dejaron olvidadas,
atrincheradas cada una a oscuras.
Disimula pobreza,
desde el balcón se percata
de la belleza.
Hay gente que la tacha de loca
pero él solo quisiera besar
el fuego que habita en su boca.
Es en ella la clarividencia,
lo que desde su nacimiento
en su alma, la esencia.
-Mujer desnuda, mujer oscura-
© Fausto Morales. Todos los derechos reservados.
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